Escucha tu musica preferida !!!

miércoles, 4 de agosto de 2010

Peregrinación Arquidiocesana de Jóvenes - Informativos



¿Qué Celebra la Iglesia?

El día 1 de noviembre de 1950, el papa Pío XII declaró dogma de fe la Asunción de la Virgen María a los cielos.

El concilio Vaticano II afirma que la Virgen Inmaculada «terminada el curso de su vida en la tierra fue llevada en cuerpo y alma a la gloria del cielo» (Lumen gentium, 59).

La Asunción de la Virgen forma parte, desde siempre, de la fe del pueblo cristiano.

El dogma de la Asunción afirma que el cuerpo de María fue glorificado después de su muerte. En efecto, mientras para los demás hombres la resurrección de los cuerpos tendrá lugar al fin del mundo, para María la glorificación de su cuerpo se anticipó por singular privilegio.

La bula Munificentissimus Deus, refiriéndose a la participación de la mujer del Protoevangelio en la lucha contra la serpiente y reconociendo en María a la nueva Eva, presenta la Asunción como consecuencia de la unión de María a la obra redentora de Cristo. Al respecto afirma: «Por eso, de la misma manera que la gloriosa resurrección de Cristo fue parte esencial y último trofeo de esta victoria, así la lucha de la bienaventurada Virgen, común con su Hijo, había de concluir con la glorificación de su cuerpo virginal»

La Asunción es, por consiguiente, el punto de llegada de la lucha que comprometió el amor generoso de María en la redención de la humanidad y es fruto de su participación única en la victoria de la cruz.

La santidad ejemplar de la Virgen mueve a los fieles a levantar “los ojos a María, la cual brilla como modelo de virtud ante toda la comunidad de los elegidos”.[1]

La Asunción de María, madre de Dios y madre nuestra, es para nosotros motivo de esperanza y de alegría porque, pobres y necesitados como somos, vemos que la Virgen sube al cielo para abogar por nosotros ante el trono de Dios más de cerca y con mayor eficacia. La contemplación de este misterio tiene que acrecentar nuestra devoción y confianza cuando dirigimos a Dios nuestras plegarias invocando la intercesión de la Virgen.

¿Porque Peregrina el Cristiano?

Uno de los grandes aportes del Concilio Vaticano II fue dedicar un capítulo de la Constitución Dogmática sobre la Iglesia –Lumen Gentium– describiendo a la Iglesia como "pueblo de Dios". La Iglesia aparece como una muchedumbre que atraviesa la historia en busca del lugar de la alegría definitiva, denominada la Ciudad Celeste o Nueva Jerusalén.

Entre las experiencias de espiritualidad se encuentran las peregrinaciones, donde se puede reconocer al pueblo de Dios en camino. Allí el creyente celebra el gozo de sentirse inmerso en medio de tantos hermanos, caminando juntos hacia Dios que los espera. Cristo mismo se hace peregrino y camina resucitado en medio de los pobres. La decisión de partir al santuario ya es una confesión de fe, el caminar es un verdadero canto de esperanza, y la llegada es un encuentro de amor. La mirada del peregrino se deposita sobre una imagen que simboliza la ternura y la cercanía de Dios. (D.A. 259)

Finalmente, el Documento de Aparecida manifiesta que el caminar es un verdadero canto de esperanza, por lo tanto nos compromete a llevar esperanza a otros. Por esto, no pueden estar ausentes de nuestra reflexión las dimensiones políticas, económicas, sociales y culturales de la actualidad.

Nuestra Madre Santa María es modelo de cómo ser auténticos peregrinos. Ella, «a pesar de ser entre todas las criaturas humanas la más cercana a Dios, ha caminado día tras día un peregrinaje de fe, custodiando y meditando constantemente en su corazón la Palabra que Dios le dirigía» [2]

Pidámosle, pues, a nuestra Madre, «signo de esperanza segura y de consuelo para el Pueblo de Dios peregrinante»[3] que nos guíe y nos obtenga todas las gracias necesarias para llegar con bien a nuestra patria definitiva: la Roma eterna, la Jerusalén del cielo.

¿Cómo Peregrina la Pastoral de Juventud?

La peregrinación es una experiencia espiritual. Vivimos, con todo nuestro ser, lo que somos.
Ir en peregrinación, es ir buscando y encontrando a Cristo, llevando a veces su cruz, para llegar con Él a todos los lugares.

Al marchar, el joven peregrino hace un gesto que indica que algo le falta. Decide dejar todo para encontrar lo único necesario, para ir al encuentro de Aquél que le espera.

Este acto es un compromiso de todo nuestro ser. Dejamos nuestras costumbres para ir a una cita, allí donde el Señor nos espera. Dejamos de lado lo secundario y damos a entender con ello que sólo Dios basta. Le buscamos sólo a Él como a nuestro único tesoro.

La peregrinación es un tiempo de conversión. Ir en busca de Dios es querer hacerse disponible para dejarse encontrar por Él. El peregrino se desprende de lo que le estorba, se ofrece en su pobreza.

La peregrinación es un tiempo de oración: alabanza, admiración por lo que vemos, oímos, y todo eso nos lleva a la adoración del Dios vivo. Es decir, la peregrinación requiere interioridad y silencio para gustar, contemplar, orar, adorar y acoger.

La peregrinación, es una escuela de amor y caridad universal. Caminar juntos hacia una misma meta, al encuentro de la misma persona que nos espera, consolida los lazos fraternos mediante actos sencillos y concretos como compartir, ayudar, esperar, caminar al paso del otro.

La peregrinación es un tiempo de renovación en la esperanza; es señal de la búsqueda incansable de Dios a pesar de las dificultades del camino. Alguien nos espera al final del camino.


¿Qué reflexionamos este año?

"No teman, pequeño rebaño, porque Su Padre ha querido darles el Reino" (Lc 12, 32)

Desde nuestra identidad de Discípulos-Misioneros caminamos al encuentro de Nuestra Madre, quien intercede para que este “pequeño rebaño” llegue a casa sin que se pierda ni uno solo.

Somos el pequeño rebaño que camina siguiendo la voz del Buen Pastor, concientes de que el Reino que hemos recibido es nuestra soñada Civilización del Amor, la que el mismo Padre nos ha confiado para construirla y ser sus felices ciudadanos.

Como peregrinos en el mundo y protagonistas de la historia, en nuestro caminar vemos la presencia constante del Padre en medio de nuestro pueblo.

Como paraguayos nos preparamos para el orgulloso festejo de 200 años de independencia, mas como Cristianos agradecemos mas de 2000 años de libertad gracias al genero SI de María que hizo posible la Encarnación de Nuestro Señor.


"No teman, pequeño rebaño, porque Su Padre ha querido darles el Reino" (Lc 12, 32)

Fecha: Domingo, 08 de agosto

Horario: 8 horas de la mañana

Local de partida: Parroquia San Roque González de Santa Cruz

Dirección: Calle 3era y Chile

Culmina con la Santa Misa a las 11 horas en la Catedral

Más informaciones: Oficina del Departamento de Pastoral de la Juventud – Seminario Metropolitano: Kubitschek 661 con Azara – Teléfono: 205 991 int 105 – Página web: www.arquijoven.com

No hay comentarios: