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lunes, 24 de mayo de 2010

Evangelio del Dia

Evangelio según San Marcos 10,28-31.

Martes 25 de Mayo de 2010

Martes de la VIII Semana del Tiempo Ordinario

Pedro le dijo: "Tú sabes que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido".
Jesús respondió: "Les aseguro que el que haya dejado casa, hermanos y hermanas, madre y padre, hijos o campos por mí y por la Buena Noticia,
desde ahora, en este mundo, recibirá el ciento por uno en casas, hermanos y hermanas, madres, hijos y, campos, en medio de las persecuciones; y en el mundo futuro recibirá la Vida eterna.
Muchos de los primeros serán los últimos y los últimos serán los primeros".

Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.

Leer el comentario del Evangelio por
Cardenal John Henry Newman (1801-1890), presbítero y fundador de comunidad religiosa, teólogo
PPS, vol.8, nº 2 «Divine Calls»

«Lo hemos dejado todo para seguirte»

No somos llamados una sola vez, sino muchas veces; a lo largo de nuestra vida Cristo nos llama repetidamente. Primeramente nos ha llamado por el bautismo, pero también más tarde; tanto si obedecemos a su voz como si no, en su misericordia nos sigue llamando. Si quebrantamos nuestras promesas bautismales, nos llama a arrepentirnos. Si nos esforzamos para responder a nuestra vocación, nos llama para seguir adelantando de gracia en gracia, de santidad en santidad, de tal manera que la vida nos la conserva para llegar a esta santidad.

Abraham fue llamado a dejar su casa y su país (Gn 12,1), Pedro sus redes (Mt 4,18), Mateo su empleo (Mt 9,9), Eliseo sus campos (1R 19,19), Natanael su descanso (Jn 1,47). Todos, sin cesar, somos llamados, de una cosa a otra, cada vez más lejos, sin dejar al lugar al descanso, sino subiendo hacia nuestro descanso eterno, y obedeciendo a una llamada interior para así estar a punto para escuchar otra llamada.

Cristo nos llama en cada instante para justificarnos continuamente; sin cesar, de más en más, quiere santificarnos y glorificarnos. Debemos comprenderle, pero somos lentos a darnos cuenta de esta gran verdad: que Cristo camina de alguna manera entre nosotros y que, con su mano, con sus ojos, con su voz, nos hace una señal para que le sigamos. No captamos que su llamada es algo que ocurre en aquel mismo momento. Pensamos que tuvo lugar en tiempo de los apóstoles, pero no creemos, no esperamos que, verdaderamente, eso suceda también hoy para nosotros.



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